El esplendor de Versailles

Cuando Versailles estaba amueblado con plata maciza

¿Sabías que el Palacio de Versailles, en su máximo apogeo, estaba enteramente amueblado con plata maciza? Que Luis XIV, en vez de conservar su tesoro en cofres, lo hizo transformar por los mejores orfebres de la nación en mesas de 350 kg. de metal precioso, en espejos de 425 kg., en balaustradas de más de una tonelada, en gigantescos jarrones, en fuentes, en macetas de naranjos, en candelabros, en cajas, en bargueños, en suntuosas vajillas, en sofás, sillas, sillones y taburetes?

Todas esas maravillas, reagrupadas en el Gran Apartamento del Rey, ofrecían una singular e incomparable sinfonía visual con los oros, los mármoles y las miles de velas de candelabros y arañas de cristal, creando así un ambiente de brillantez y de luces hasta el punto de dejar estupefactos y maravillados a los contemporáneos. Y ¿qué decir del trono del Rey, con sus 2 m. 60 de altura, que impresionó sobremanera a los demás monarcas europeos? En las grandes ocasiones, el monarca disponía que su fabuloso trono presidiera la Gran Galería de los Espejos, desde lo alto de una tarima tapizada en hilo de oro y elevada sobre nueve peldaños, flanqueado por vasijas y antorchas de 9 pies de altura, como en 1686 para la recepción del embajador del Rey de Siam.

 

¿De dónde vino esa extraña idea de concebir muebles de metal?

Pues nada menos que de España, desde finales del siglo XVI. Fue con la Infanta Ana de España, en el momento de su enlace con el joven rey Luis XIII, en 1615, cuando entre sus baúles traía consigo preciosos muebles de plata para decorar su alcoba y que formaban parte de su sustanciosa dote. Escasos en los primeros años, aquellos preciosos muebles y enseres se multiplicaron tras la experiencia versallesca y durante medio siglo, de 1690 a 1740, y encontrándolos en todas las grandes cortes de Europa, en cantidades a veces impresionantes.

 

Mesa de plata maciza

Luis XIV empezó a encargar a sus mejores orfebres la confección del más suntuoso mobiliario de plata repujada que imaginarse pueda en 1664. Dícese que, para ello, se emplearon nada menos que 20 toneladas de plata procedente de las minas de Perú y que formaban parte de la fortuna personal del soberano. Los orfebres del Rey, como el famoso Ballin, autor de la mayoría de esas obras de arte, se encargaron de ejecutar las comandas bajo la batuta del primer pintor Charles Le Brun, quien imaginó los diseños. El coste de semejante capricho supondrá una factura de 10 millones de Libras para la Corona Francesa.

 

El Salón de La Abundancia, en el Palacio de Versailles, con una fuente de plata en su centro.

El suntuoso mobiliario real realizado en la Manufactura Real de los Gobelinos, solía seguir al Rey en todos sus desplazamientos por los distintos Reales Sitios, hasta que la corte se instala definitivamente en Versailles, en 1682. Puesto que Versailles se ha convertido en la residencia oficial de la Monarquía, del Gobierno y de la Corte Francesa, el mobiliario de plata maciza encuentra naturalmente su sitio en el Gran Apartamento del Rey, que ocupa la planta noble del palacio. Asi pues, ocuparían nada menos que siete estancias seguidas constituyendo el conjunto decorativo más impresionante de la época, desde el Salón de Hércules hasta la Gran Galería de los Espejos. Luis XIV podrá, entonces, ya a partir de la estación invernal de 1682-1683, ofrecer las veladas cortesanas en su Gran Apartamento, tres veces por semana, desde las 6 de la tarde hasta las 10 de la noche. Aquellos días tan especiales y esperados, consistían en un concierto seguido de un baile, partidas de billar y de cartas hasta la hora del "Gran Cubierto" en el Salón de Venus, donde se ofrecía un refrigerio a modo de cena, con mesas cargadas de vajilla de plata bañada en oro fino llenas de frutas, confituras y viandas mientras que los licores, vinos, té, café y chocolate eran servidos en el Salón de la Abundancia.

Sin embargo, ese despliegue de maciza suntuosidad iba a durar tan solo siete años (1682-1689).

En 1685, la revocación del Edicto de Nantes lleva al exilio a decenas de miles de hugonotes. En pocos años, toda la Europa protestante se coaliciona contra Francia. Para hacer frente a los costes de la guerra contra la Liga de Augsburgo, el Rey decide sacrificar su mobiliario de plata: el 3 de diciembre de 1689, anuncia a la corte que envía sus muebles a la fundición. El 11 del mismo mes, el Gran Apartamento de Versailles es vaciado. De entre los primeros objetos enviados a la Real Casa de la Moneda, figuran los ornamentos del trono. Cinco meses serán necesarios para fundir aquel tesoro. En mayo de 1690, el mobiliario de plata ha dejado de existir: "La guerra es un arte que destruye todas las otras..."; fueron las escuetas palabras del soberano.

El producto de las 20 toneladas de metal fundido será una decepción. El monarca solar pensaba obtener 6 millones de libras con la destrucción de todas esas obras de arte cinceladas que, décadas antes, le habían supuesto un desembolso de 10 millones. Tan solo obtendrá 2,5 millones!

dibujo de Versailles

Durante un decenio, las artes y letras de Francia atravesarán uno de los periodos más sombríos de su historia. Pasado ese tiempo, ebanistas y doradores van a tomar su revancha sobre los orfebres reales. Las maderas nobles, delicadamente esculpidas, finamente doradas con pan de oro, vendrán a reemplazar los fulgores de la plata...

El recuerdo de esos muebles de plata maciza se perdió paulatinamente puesto que, al constituir una reserva monetaria, fueron frecuentemente enviados a la fundición para transformarlos en monedas contantes y sonantes. Lo hizo Luis XIV, y sus cortesanos le imitaron por "patriotismo". Los demás monarcas y grandes aristócratas europeos que pretendieron emular al Rey-Sol y agobiaron a los orfebres de Augsburgo con multitud de encargos, también sufrieron penurias financieras y echaron mano de sus reservas en tiempos difíciles. No quedan más que unos pocos ejemplares, algunas doscientas piezas en todo el mundo. Pero, ¡qué vestigios! extraños y sublimes a la vez.

Muchos de esos muebles y objetos de gran tamaño perduran, a día de hoy, como el recuerdo de aquella época de fastos. Los encontramos preciosamente conservados en las colecciones reales de Gran-Bretaña (castillo real de Windsor), de Dinamarca (la soberana danesa Margarita II posee la mayor colección existente en el mundo, en su castillo real de Rosenborg), de Suecia, de Baviera, de Sajonia, de Prusia y de Hannover... También el Duque de Devonshire (en su castillo de Chatsworth), la Princesa Esterhazy (en su castillo de Forchtenstein), y Lord Sackville (en su castillo de Knole) poseen vestigios de aquella moda que hizo estragos en los siglos XVII y XVIII.

En 2007, los conservadores de los Museos Nacionales de Versailles y de Trianon consiguieron que todos los propietarios de aquellos vestigios de ese esplendor pasado, colaborasen para recrear en el Gran Apartamento de Versailles aquella deslumbrante decoración de tiempos del Rey-Sol con sus preciosas piezas de colección. Incluso el Palacio del Kremlin participó activamente, aportando hermosas piezas de plata maciza procedentes del Tesoro de los Zares de Rusia. Pero fue la reina Margarita II de Dinamarca quien aportó el grueso de aquella muestra, coincidiendo con el cierre temporal del castillo de Rosenborg. Fue cosa hecha el 12 de diciembre de 2007, cuando se inauguró por vez primera la exposición de aquellos tesoros, compuesta por 200 piezas en plata maciza, en el suntuoso marco de Versailles, dando cuerpo a un viejo sueño del equipo de conservación del museo, bajo la dirección de Béatrix Saule, conservadora-jefe de Versailles y de Trianon.

Nunca, hasta entonces, se había hecho semejante exposición temática en Versailles, y tampoco se ha hecho en otra parte del mundo, reuniendo diversas colecciones privadas diseminadas en la geografía europea para recrear un ambiente decorativo de hace 300 años.

 

Detalle del cuadro "Reparación del Dux de Génova ante Luis XIV de Francia", que se produjo en la Gran Galería de los Espejos de Versailles. Se puede apreciar al rey Luis XIV, de pie, delante de su trono de plata maciza, rodeado por los príncipes de la Casa Real Gala y demás fabulosos objetos de plata.

El 9 de marzo de 2008, se clausuraba aquella fabulosa e inimitable exposición"Cuando Versailles estaba amueblado de plata". ¿Podrán repetirla algún día? Esperemos que si.

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